DIABLOS VERDES
Los comienzos
Diablos Verdes nació en 1939, en la barriada de la Teja, calles de tierra y zanjones, más precisamente en la calle Dionisio Coronel, entre Real y Carlos Tellier.
Fue fruto de la inspiración de un grupo de botijas que decidieron sacar una murga y debe su nombre a una de las vecinas (Doña Carlota) que apoyaron confeccionando los trajes de arpillera que lucían orgullosos los chiquilines dirigidos por el pequeño Antonio Iglesias. Los primeros instrumentos que utilizaron fueron construidos por otro Antonio Iglesias, que aunque parezca mentira no tenía ningún parentesco con el incipiente director. Otros de los vecinos que colaboraron mucho en esta gestación fueron Santiago Campos y Hernán Cejas. Ese primer año salieron a recorrer la barriada con su canto, utilizando algunas letras propias escritas por los propios niños, en colaboración con sus padres y otras pertenecientes a los grandes que pretendían imitar.
Al año siguiente ya son varios los barrios que visitaron. En 1941 se mandaron “la patriada” de ir a pie hasta la ciudad de La Paz, para actuar. La colaboración de Raúl Varela, les permite extender su campo de acción a todo Montevideo, ya que se ofreció a transportarlos en un camión Ford de su propiedad. Manuel “Huesito” Pérez, autor de la célebre retirada del 32 de Asaltantes con Patente, decidió poner su pluma al servicio de estos precoces murguistas, quienes pasaron a cantar exclusivamente sus propios repertorios.
Con el correr de los años, los chiquilines fueron creciendo y los más grandes se fueron incorporando a títulos prestigiosos como Araca la Cana y Patos Cabreros, y ésta última tienta a Antonio Iglesias para compartir su dirección escénica con el legendario José Ministeri “Pepino”. Fueron unos pocos ensayos en un conventillo ubicado en Ituzaingó casi Piedras pero, el “corazón” por su querida murga primó sobre los fulgores de la fama y Antonio regresó a su “murga”.
En 1946 se produjo su debut en el Concurso de Agrupaciones figurando como director responsable Rufino Cejas, correspondiéndole una mención especial, equivalente al sexto puesto al finalizar el certamen.
En 1947 y 1948, en los registros de la Intendencia aparece Santiago Campos como su director y, en 1949, por primera vez Antonio Iglesias registra su firma al frente de su murga.
En 1957, Julio César Gómez “Pocho Gallina” y “Cholo” García se unen a Antonio Iglesias para llevar a Diablos Verdes a los sitiales más elevados. Se recurre a componentes fogueados provenientes de Escuelita del Crimen, Patos Cabreros y Araca la Cana formando una murga cooperativa. En 1958, se suma a ellos Eduardo “Tornillo” Gamero, uno de los letristas del reinado de Momo, que mejor interpretaba el sentir popular.
En 1959 llegan a la cúspide: El primer premio. Comenzó una racha de éxitos impresionantes, transformándose en una de las murgas más populares alcanzando cinco veces el título de mejor: En el ya citado 1959, 1961, 1965, 1981 y 1999, en sus cincuenta y dos participaciones en el concurso (hasta el año 2000).
A lo largo de su historia, Diablos Verdes contó con el aporte de muchos carnavaleros que compartieron la dirección responsable con Antonio Iglesias: Andrés Falcón (1951 y 1952), Eduardo Abreu (1954), Juan Andrés Garúa (1957 a 1967), y Víctor Olivera (1967 a 1972, 1976 a 1978 y 1980 a 1984), Eduardo Gamero (1969), Julio Gómez (1969, 1971 y 1972), Diosnell Machín “El Diablo” (1973), Nélson Delgado (1973, 1975 a 1987, 1989 y 1990), José Manuel Santos (1984), Carlos Moreira (1988 a 1991), Jorge Velando (1991) y Rafael González (1998 a 2000).
El firmamento artístico de Diablos Verdes siempre se pobló de estrellas de grandes fulgores: “Cocina” Márquez, “Pardo” González, “Facha” Ruíz, “Loco” Ramela hasta llegar a los actuales como Albino Almirón y “Charly” Alvarez.
Muchas personalidades que se destacaron en otros ámbitos también supieron brindar su aporte a Diablos Verdes, como los futbolistas “Viteca” Pereira (Progreso, Penarlo y Defensor) y “Clímaco” Rodríguez (Defensor y Selección Uruguaya) y en las disciplinas del arte podemos destacar a Mary Da Cuña (actriz de teatro y teleisión), Jorge Schek (escritor de Telecataplum), Jorge Denevi (actor, libretista, director teatral y de televisión), Ruben Yánez (director del teatro “El Galpón” y escritor), Nelson Mancebo y Juan Mascheroni (vestuaristas), Rosario Viñoli (maquilladora), Enrique Vidal (actor, libretista y director teatral), Alejandro Camino (actor y conductor de programas televisivos), Horacio Buscaglia (actor, compositor y creativo publicitario), Gonzalo Moreira y Gustavo Rippa (ambos cantantes de “Rumbo” y “Canciones para no dormir la siesta”), Martín Molina, Héber Martínez y Aldo Alfonso (los tres integrantes del grupo “Los del Pueblo”), Mauricio Ubal (cantante, compositor y escritor), Eduardo Labarnois (cantante y compositor), Víctor Manuel Leites (escritor y director de “La Comedia Nacional”), Washington Benavides (poeta, escritor y compositor), Fernando Schmidt (escritor de teatro y televisión) y Leonardo Preziosi (actor, escritor y libretista, ganador del “Florencio” por sus trabajos de iluminación).
Desde el punto de vista social, Diablos Verdes está identificado con su barrio proletario y, en especial, con La Federación de Obreros del Vidrio, en cuya sede social se realizan los ensayos previos al Carnaval. El 1° de mayo de 1973, Diablos Verdes participó junto a la clase trabajadora en su marcha y tras el golpe de estado, recorrió las fábricas ocupadas llevando su canto solidario y en defensa de las instituciones democráticas.
La persecución, la censura, el amedrentamiento fueron algunas de las armas de la dictadura intentando frenar el canto libertario. Se sufrieron algunas bajas como la de Antonio Iglesias, confinado en una celda por el único delito de pensar diferente de quienes usurpaban el poder. Las banderas fueron izadas en aquel momento por Víctor Olivera y el “Pardo” Delgado e igual dijeron presentes, sobreponiéndose a todos los obstáculos como la prohibición que recayó en nueve de sus integrantes para salir en Carnaval, una semana antes de comenzar las festividades en 1977, más de la mitad de los componentes debieron ser sustituidos pero, la rebeldía y el compromiso con su gente fueron mucho más fuertes.
En 1984, tras su liberación Antonio Iglesias regresa a la dirección de su murga. Fue el año de “Arturito”, ganadora absoluta entre la gente, aunque en esa época era impensado que pudiera triunfar en el Concurso.
Ya en la democracia junto Roberto Marsicano, las Doctoras Jacqueline Ubal y Laura Benítez, Diablos Verdes participó activamente en la fundación de la Policlínica de La Teja.
Diablos Verdes, “la consecuente”, una murga que siempre canta lo que le dicta su corazón. Una murga que prolonga su vida más allá de febrero para estar siempre en el lugar que se la precisa: En las cooperativas, en las fábricas, en los recitales solidarios, en la defensa de sus ideales...
Más allá de los avatares de un concurso, Diablos Verdes tiene su rumbo marcado en la vida. Con una identidad ganada en mil batallas y que perdurará por el resto de los años.
LOS DIABLOS VERDES
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